Samara Colina: Entre fieras y basiliscos
Autor: Ana Piquer
La artista Samara Colina (CDMX, 1992) nos cuenta sobre las ideas que atraviesan su trabajo, el activismo y su labor como mujer en el mundo del arte. En exhibición con artwks.co, nos presenta parte de su obra enfocada en la reinterpretación de imágenes de la multitud en la marcha política.
¿Cómo impacta el feminismo tu trayectoria como artista?
Desde que ingresé a la Licenciatura en Artes ya tenía intereses políticos muy claros aunque al principio no eran particularmente feministas, en realidad mi producción artística siempre ha ido muy de la mano con mi participación en el activismo. Me interesan las acciones colectivas en el espacio público y el uso del cuerpo como potencia política.
En 2016 comencé a vivir con unas amigas y compartiendo el tiempo juntas empezamos a organizar reuniones para invitar a otras amigas a cenar a la casa y compartir experiencias. Ahí nos fuimos dando cuenta de que todas habíamos vivido situaciones de abuso y de violencia patriarcal, en mayor o menor medida, y nos fuimos politizando hasta formar nuestra colectiva feminista: “Arena en la vagina”. Tras esto, empezamos a organizar foros de diálogo y debate, salíamos a pegar carteles en las calles, etc.
Al principio éramos muy pocas mujeres feministas en Guanajuato y tuvimos que irnos formando mucho en el camino, pues no teníamos una formación feminista académica, tuvimos que aprenderlo juntas. Ha sido muy sorprendente ver cómo se ha ido transformando el movimiento de hace 6 o 7 años para acá.
¿Consideras que el arte es una forma de activismo?
Sí, específicamente las acciones colectivas. En mi trabajo individual, hablando de mi último proyecto, por ejemplo, me di cuenta de que había una cuestión de género muy marcada en los monumentos de Guanajuato, pues reproducen estereotipos en el sentido de que ninguno de los monumentos que hay en la ciudad son a una mujer concreta, sino que son representaciones alegóricas que utilizan el cuerpo femenino para mostrar valores asociados a la feminidad, como la paz, la fe, la inspiración de las musas, etc.
Entonces, con mi investigación, me interesaba hacer un registro de esto para señalar esta situación y sembrar una semilla, decir: !oigan, noté esto!, pero las acciones y las estrategias hay que construirlas colectivamente. Por ejemplo, con “Arena en la vagina” hemos hecho intervenciones a monumentos públicos en Guanajuato, como la vez que intervenimos las Musas del Teatro Juárez en 2021 y les pusimos una placa con nombre y apellido, reconociendo a las mujeres importantes de nuestro estado.
¿De qué manera crees que el arte puede transformar la sociedad?
Con organización. Yo creo que los artistas hemos estado trabajando desde la visualidad, desde la imagen, desde los afectos, y en ese sentido yo creo que sí tenemos mucho que aportar, sobre todo para fomentar vínculos y organizar en la calle.
¿Qué mujeres te inspiran?
Las que se organizan y luchan.
¿Te has enfrentado a críticas o retos en el mundo del arte por ser mujer?
Pues… sí puedo pensar en algunos ejemplos concretos por el hecho de ser mujer, pero en realidad creo que si algo sistemático me ha afectado en mi formación artística es la cuestión de la centralización. Creo que ese es el primer reto para los artistas que no vivimos en Ciudad de México.
Obviamente todo se va atravesando y el problema es interseccional; sí hay machismo, sí hay un problema de clase, sí hay un problema de racialización en el arte pero, para mí, el problema de la centralización es el principal reto.
¿Qué consejo le darías a nuestrxs lectores?
Que si están interesados en el mundo del arte, volteen a ver qué están haciendo los artistas de otros Estados y localidades del país.
Recomiéndanos un libro.
“La Frontera” de Gloria Anzaldúa, que es un libro que me gustó mucho. Siento que rompe muchos paradigmas y realmente juega con muchos tipos de fronteras, incluso juega con los límites del idioma. Es un libro feminista pero que también habla mucho sobre los problemas de clase, género y raza, por eso me gusta mucho.