Geografías del futuro: entrevista a Edgardo Aragón
Autor: Edgar Alejandro Hernández
La cartografía es un discurso gráfico que resulta familiar para prácticamente cualquier persona, ya que es sinónimo de orientación. Como guía, los mapas ayudan a ubicar distancias y a localizar lugares. Su uso es crucial cada vez que se emprende algún viaje. El artista Edgardo Aragón (Oaxaca, 1985) utiliza este discurso visual para ubicarnos en una problemática política y social que lo mismo refiere situaciones de violencia que temas ambientales de orden global.
Como se sabe, el trabajo de Aragón utiliza narrativas inspiradas en las particularidades de su contexto local y los plasma en escenarios y paisajes que le dan cuerpo y densidad a una narrativa donde las estructuras de poder se ponen en tensión con una realidad violenta y familiar. En el caso de los mapas, Aragón insiste en estos dispositivos porque le ayudan a tensar un lenguaje que aparentemente es síntesis de la representación científica y objetiva, pero que el artista explota para penetrar en las articulaciones políticas, económicas y culturales de contextos específicos e internacionales. El mapa ubica la obra de Aragón en un cruce que confronta lecturas históricas con problemas de actualidad.
Esta narrativa se centra en la visión que aún hay en ciertas comunidades, pienso claramente en la oaxaqueña, de donde provengo, porque es un lugar que aún reconoce a la Tierra como un ente vivo único. El mapa presenta narrativas del pasado, presente y futuro.
El tema del tiempo está representado con la cepa de la viruela, una enfermedad que prácticamente exterminó al mundo precolombino en el continente americano y que aparentemente fue erradicada gracias a las vacunas, lo cual se considera un logro de la humanidad. Pero hay evidencia científica de que, con el derretimiento de los polos, las cepas atrapadas junto con gases tóxicos se van a liberar a la atmósfera y en algún momento dado llegarán a nuestros pulmones.
Las explosiones y los monstruos que incluyo en los mapas son referencias a videojuegos como Contra (1988) o Street Fighter (1988) que a finales del siglo XX sirvieron como narrativas occidentales para la ocupación de territorios y la expansión de la idea del libre mercado.
Están localizados en espacios geográficos que han sido dominados por militares, por guerras, por narcos y compañías, en aras de controlar los recursos naturales de Centro y Sudamérica. Estos elementos de guerra iniciaron con el siglo 20 y muchos aún continúan, sólo que con diferente nombre. Ahora no se pelea por el capitalismo, se pelea por la democracia y en contra de las drogas, narrativas de ficción útiles para el control de las fronteras por parte de Estados Unidos.
Es importante que hablemos de los mapamundis. Son dispositivos que históricamente han servido como elemento de control y por ello es interesante que los utilices para registrar, desde el arte, una compleja realidad internacional.
Sí, por ejemplo, hydra (2020), es un mapamundi donde se localizan los países más adictos del mundo. Me interesa ubicarlos con precisión porque creo que todos somos víctimas de la operación del mercado privado en la vida diaria. Aquí hay de todos los estratos sociales, países ricos y pobres, que están igualmente sumidos en la anestesia social contemporánea.
Este mapa tiene muchas capas. Se basa en las definiciones de naturaleza de la filósofa australiana McKenzie Wark, quien encuentra tres tipos de naturaleza que actualmente componen el mundo: la naturaleza sin intervención humana, la agricultura y su consecuencia en las ciudades y el mundo intangible (5G, WiFi, mundo digital).
Esta narrativa se centra en la visión que aún hay en ciertas comunidades, pienso claramente en la oaxaqueña, de donde provengo, porque es un lugar que aún reconoce a la Tierra como un ente vivo único. El mapa presenta narrativas del pasado, presente y futuro.
El tema del tiempo está representado con la cepa de la viruela, una enfermedad que prácticamente exterminó al mundo precolombino en el continente americano y que aparentemente fue erradicada gracias a las vacunas, lo cual se considera un logro de la humanidad. Pero hay evidencia científica de que, con el derretimiento de los polos, las cepas atrapadas junto con gases tóxicos se van a liberar a la atmósfera y en algún momento dado llegarán a nuestros pulmones.
Las explosiones y los monstruos que incluyo en los mapas son referencias a videojuegos como Contra (1988) o Street Fighter (1988) que a finales del siglo XX sirvieron como narrativas occidentales para la ocupación de territorios y la expansión de la idea del libre mercado.
Están localizados en espacios geográficos que han sido dominados por militares, por guerras, por narcos y compañías, en aras de controlar los recursos naturales de Centro y Sudamérica. Estos elementos de guerra iniciaron con el siglo 20 y muchos aún continúan, sólo que con diferente nombre. Ahora no se pelea por el capitalismo, se pelea por la democracia y en contra de las drogas, narrativas de ficción útiles para el control de las fronteras por parte de Estados Unidos.
Me interesa que hables de cómo los códices se suman a este proyecto, ya que podemos suponer que representan una réplica a las estructuras de dominación que, insisto, operan desde la construcción de los mapas.
Como se puede ver, Space x (2018), es un códice que habla de la extracción minera que se da en Baja California para alimentar compañías como Tesla o SpaceX. Parten de la paradoja de que estas empresas construyen máquinas para llegar a otros planetas y para lograrlo convierten a la Tierra en un planeta estéril, que tal vez llegue a tener un paisaje similar a Marte. Me interesa hablar de las diferencias de concepción del mundo que tienen las culturas occidentales, donde el materialismo extremo lleva a tomar los mitos de forma literal. Si te fijas ,el fondo es la ubicación de Baja California en Google Maps.
Low battery (inframundo) (2018) es una reinterpretación de una fracción del Códice Laud: muerte y destinos. En este caso, el inframundo es representado por una serpiente que se está comiendo una batería en rojo, la cual constituye un símbolo de la alimentación. Aquí el inframundo es un hoyo negro que absorbe todo.
En tus mapas hay un desplazamiento que es central, se pierde la estructura antropocéntrica para dar protagonismo a animales que históricamente no se consideran relevantes.
Como la síntesis general del mapa es un paisaje, me quise centrar en los elementos más directos e ignorados de su concepción: los insectos, que son las especies más numerosas del planeta y también las más invisibles.
Para las culturas que aún sobreviven en América, los insectos son parte central de los mitos fundacionales, son símbolos de vida y son los organismos que tienen mejor contacto con la tierra. Los escarabajos son descomponedores, muy útiles para supervivencia de cualquier ecosistema, solo que en este caso en lugar de rodar mierda están rodando nubes digitales y virus de Covid y viruela, estableciendo un nuevo tránsito del orden natural del mundo, donde cada elemento funciona por una razón y no supone una barrera.
Como se ha propuesto desde que el mito de Adán y Eva se volvió patrón en casi todas las culturas del planeta, la hormiga que presento aquí es una especie que destruye todo, es capaz de destruir varios árboles en una noche, de arruinar una cosecha, sin embargo, ha sido capaz de dominar otros insectos y tenerlos como ganado para ellos. Así como generar un monocultivo de hongo bajo la tierra que no destruye ecosistemas, en el medio antiguo, se le conocía como tepehuani, o destruidos, que operan con una organización militar muy disciplinada, en resumen, son como humanos pero muy superiores.
En el mapa no hay agua, se ha secado por completo, como será en el futuro. Los elementos verdes son nubes de información, pero también son nubes de gases tóxicos. El mapa es un paisaje de la Naturaleza, una radiografía del funcionamiento orgánico del mundo que nos empeñamos en no reconocer.
Ya lo has mencionado, pero el tema medioambiental atraviesa este conjunto de obra. En la serie Glitch: La vida después del calentamiento Global (2021) el acento lo das nuevamente a partir de esta conexión con los videojuegos.
Un glitch dentro del universo del videojuego es un error de programación del que el usuario puede o no sacar ventaja en el puntaje final de la narrativa. El universo de los microorganismos rara vez ocupan un lugar preponderante en el paisaje tradicional del arte, de hecho, se entiende al paisaje dentro de los límites horizontales de la profundidad de campo como el eje articulador de todo lo que occidente conoce como una construcción de sentido dentro del género artístico: antropocentrismo.
La serie de dibujos que componen Glitch, una exposición de ciencia ficción, se propone como un uso diverso de la geografía, donde el mapa no necesariamente es una representación en apariencia fiel de los territorios nacionales, sino un montaje que se corresponde con el mundo de los microorganismos que son los encargados reales de hacer girar la tierra, los cielos y los astros. En cada una de las narrativas el eje articulador no es sólo la contrapartida europea de los monstruos marinos que acechan al viajante, sino que se articulan desde la perspectiva del paisaje vertical, el paisaje mesoamericano, que tiene sus orígenes en el interior de la tierra, sobre ella y más allá de ella.
La lucha de los astros celestes es una lucha interior en la que los otrora llamados infiernos tienen su escenario, el inframundo mesoamericano es un planteamiento lleno de fertilidad, donde toda vida inicia. Las narrativas de estos mapas se ubican en un futuro no muy lejano, donde las cepas de virus nuevos se han liberado así como la de las antiguas, como la viruela, que fueron verdaderas armas letales europeas, ya que definieron la caída del orden cósmico prehispánico.
Los mapas de Glitch son geografía del futuro, donde se juega con el ciclo de la civilización, la agricultura como el inicio y el final de todo lo que en términos humanos hemos tendido a llamar post historia. El glitch en este juego es ese bicho que ha permanecido entre las sociedades post coloniales oculto mientras opera en las bases del permafrost de la historia, listo para señalarnos el punto de inicio y de partida de una civilización cíclica que se niega a desaparecer a pesar de tener la loza bíblica y sus proporciones sobre su cabeza.