Luis Barragán, 5 obras emblemáticas
Presentamos las 5 obras más emblemáticas de este innovador arquitecto, quien a lo largo de su carrera logró plasmar su estilo único y auténtico, caracterizado por la simplicidad de formas, la integración de la naturaleza e intensidad de sus colores.
Luis Barragán, Capilla de las Capuchinas. Tomada de ArchDaily
Luis Barragán —el único mexicano que ha obtenido el Premio Pritzker (1980), y el segundo en obtener este galardón que se instauró en 1979— nació en Guadalajara donde se graduó de ingeniero y arquitecto en 1925. Fue tras un viaje a Europa, en el que se interesó y relacionó con las ideas de la Bauhaus y Le Corbusier, que Barragán desarrolló una obra que ha sido vital en la conformación de una identidad arquitectónica mexicana, con una visión cosmopolita moderna.
«En proporción alarmante han desaparecido en las publicaciones dedicadas a la arquitectura las palabras belleza, inspiración, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento y también las de serenidad, silencio, intimidad y asombro», escribió en su discurso de recepción del Pritzker, que leyó en su nombre su amigo el historiador Edmundo O’Gorman. Todas ellas guiaron el trabajo del arquitecto, de quien presentamos sus obras más emblemáticas.
—Casa Estudio Luis Barragán (1948)
Fue nombrada Patrimonio Mundial por la Unesco en 2004. Construida en 1948, y habitada por el mismo arquitecto hasta 1988, la casa-estudio de Barragán constituye en claro ejemplo de síntesis entre la arquitectura moderna y elementos tradicionales. Es acaso la obra más conocida del arquitecto nacido en Guadalajara. El uso de los colores, los espacios abiertos y la luz como un elemento integral de la obra, recursos típicos de la arquitectura barraganesca, alcanzan aquí una de sus cumbres.
La casa puede visitarse con previa cita y en ella se lleva a cabo un programa de residencias con artistas contemporáneos.
«Mi casa es un refugio, una pieza emocional de arquitectura, no una pieza fría de conveniencia»
Vista general de la exposición Jardín con palomas al vuelo de Danh Vō en Casa Luis Barragán. Cortesía de Estancia FEMSA.
—Capilla de las Capuchinas (1953)
«Católico que soy, he visitado con reverencia y con frecuencia los monumentales conventos que heredamos de la cultura y religiosidad de nuestros abuelos, los hombres de la Colonia, y nunca ha dejado de conmoverme el sentimiento de bienestar y paz que se apodera de mi espíritu al recorrer aquellos hoy deshabitados claustros, celdas y solitarios patios. Cómo quisiera que se reconociera en algunas de mis obras la huella de esas experiencias, como traté de hacerlo en la capilla de las monjas capuchinas sacramentarias en Tlalpan, Ciudad de México», dijo Barragán acerca de esta obra, que en parte fue financiada por él mismo, al recibir el Premio Pritzker.
Ubicada en el Centro de Tlalpan, la capilla es resguardada por la orden de las Clarisas Capuchinas y está dedicada al culto, pero se puede visitar previa cita, llamando al teléfono 5573 2395
Luis Barragán, Capilla de las Capuchinas, 1960. Tomada de El Heraldo de México.
—Torres de Satélite (1958)
Este conjunto escultórico, conformado por cinco torres —de distintos tamaños y colores— erigidas en la entrada de Ciudad Satélite, constituye uno de los grandes iconos de la zona conurbada de la Ciudad de México. Construidas junto con Mathias Goeritz en 1958 —e inspiradas en las torres de San Gimignano, en la Toscana—, se trata de una serie de prismas triangulares, huecos y carentes de techo. Han tenido algunos cambios a lo largo del tiempo: originalmente tenían los colores blanco, amarillo y ocre, pero con motivo de los Juegos Olímpicos de 1968 se pintaron de color anaranjado para generar un juego de contrastes entre las torres y el cielo. En 1989 volvieron a ser pintadas: dos blancas, una amarilla, una azul y una roja.
Como emblema de la modernidad, las Torres de Satélite fueron concebidas para ser apreciadas desde la velocidad del automóvil.
Luis Barragán, Capilla de las Capuchinas, 1960. Tomada de El Heraldo de México.
—Los Clubes (1964)
Se trata de una obra de madurez en la carrera de Barragán, construida cuando ya rebasaba los 70 años de edad. Conformado por la Fuente de los Amantes, la Cuadra San Cristóbal y la Casa Egerstrom, este conjunto arquitectónico es considerado un triunfo de la geometría y la simplicidad que permite que los distintos espacios se integren de manera orgánica. Además, es representativo el uso del agua, que corre por un acueducto hasta caer en la pileta, que fue pensada como un bebedero para caballos.
A principios de 2018, el artista Sean Scully hizo una intervención en el espacio, por lo que el conjunto arquitectónico estuvo abierto al público.
Luis Barragán, Los Clubes, 1964. Tomada de ArchDaily.
—Casa Gilardi (1976)
La casa, ubicada en la colonia San Miguel Chapultepec, en la Ciudad de México, está erigida en torno a dos elementos principales: la alberca —que al recibir los rayos de luz hace que los muros, los bloques de color azul y rojo, muestren tonalidades cambiantes a lo largo del día y se dispersen por todo el espacio, además del movimiento natural del agua que se refleja en las paredes— y la jacaranda —que se encuentra en el patio y que Barragán quiso mantener a toda costa, casi como si construyera alrededor de ella—. Otro de los elementos más representativos de esta casa es el largo pasillo atravesado por tragaluces de color amarillo. Se trata del último proyecto que Barragán realizó a cabalidad antes de su muerte en 1988.
La casa se puede visitar con previa cita.
Luis Barragán, Casa Gilardi, 1976. Cortesía de Eduardo Luque.