La obra de Edgar Cobián se ha desarrollado desde distintos medios: dibujo, escultura, performance y pintura, principalmente; su producción transita de un medio a otro en relación a ciertas preocupaciones filosóficas y estéticas que se activan o desactivan de acuerdo a una suerte de estado de ánimo crítico. Mientras sus series de dibujos están habitadas por personajes cargados de un particular sentido del humor, o por textos incisivos sobre la relación arte- trabajo- filosofía, sus instalaciones y esculturas se conforman por artículos comerciales y materias orgánicas que se entretejen para citar distintos cuerpos y entornos socio- políticos. De alguna u otra forma, lo performático atraviesa toda su práctica y sus imágenes están siempre referenciadas a corporalidades que conforman su universo crítico.
Entendido como un acto performativo, su trabajo pictórico supone un momento en el que un posicionamiento punzante que confrontaba algunas ideologías socio- políticas se traslada hacia un sitio de gozo en el que el placer evoca a la muerte, a la descomposición, a la desaparición, pero sobre todo al cuerpo desde un lugar altamente politizado y disidente. Influenciadas por la filosofía contemporánea, por su proyecto de música PEOR AÚN y una perspectiva de vida muy personal en la que la alegría es un arma, las imágenes en la pintura de Edgar Cobián aluden referencias distintas, en ocasiones poéticas, lúdicas, engañosas, provenientes de distintos lugares. Citas a formas experimentales y psicodélicas de la historia de la ilustración y animación, o de la música contemporánea, aparecen en la obra de Cobián para provocar a la tradición pictórica desde su historia heteropratiarcal.

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