Esta pieza es un elemento de la serie titulada De las insignias de-re-valuadas configurada por materiales que relacionaban (o aún lo hacen) valores de legitimación, estatus, influencia social y de distancia estética; de una estructura de hegemonía, pero fundada en la ironía y en el cuestionamiento, o incluso autodevaluación, del poder personal. Es un reflejo de dandismo cuestionado por un individuo vulnerado por sí mismo. De un rey venido a menos.Las pinturas en vidrio son emblemas de inestabilidad y dispersión. Desean asumir su fragilidad, pero con un aire de orgullo. Publican su decadencia, pero aferrándose a los conceptos de honor o dignidad, y por eso también se identifican testigos de la vulnerabilidad de la realidad que les circunda y sus jueces.La serie, íntegramente, está compuesta por enmendaduras, por emisores desafinados, por simulaciones, por gestos de agentes tóxicos (que pueden afectar a unidades próximas a sus elementos), y está fundada por orgullosa contradicción.